Todo comenzó con una tienda de antigüedades que, hace más de 30 años, abrió sus puertas en el corazón de San Telmo. Entre muebles con historia, vajilla centenaria y reliquias de otros tiempos, nació una pasión: rescatar lo auténtico, lo que perdura, lo que emociona.

 

Esa misma esencia fue la que dio origen a El Palacio de San Telmo, un espacio que hoy reúne vinos selectos, licores del mundo, delicatesen artesanales y las mismas antigüedades que le dieron alma desde el primer día.

 

Cada rincón guarda un detalle, cada producto ha sido elegido con criterio y calidez. No se trata solo de comprar: se trata de descubrir, de conectar con lo bello y lo bien hecho.

 

El Palacio de San Telmo no es solo una tienda:

Es una experiencia para quienes valoran lo auténtico.